El tiempo desaparece en nuestro pensamiento infinito.
Sentimos hoy; mañana nada. El aliento alcanza para solo un suspiro.
La vida se va diluyendo, como la niebla que come el viento.
Con sutil reserva, observa
Asecha a las ocurrencias frescas: llantos, tragedias,
amores nuevos. A su paso, todo se vuelve añejo,
El tiempo se delata en el viejo sensor de espejo. /jn
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