La sombra del mamut
Fabio Morábito
La sombra del mamut insiste una vez más en el principio rector de la obra de Morábito: jugar limpio con el lector, que avanza en la lectura de estas historias como él lo hizo al escribirlas, abierto a cualquier rumbo que pudieran tomar y sin imponerles nada que no fuera una fuerte exigencia de estilo y de economía. Por eso, estos cuentos son tan inesperados como diferentes entre sí, unidos todos por ese placer de narrar que ha sido siempre el sello inconfundible de Morábito.
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EL CLAVO EN LA PARED Era domingo. Mónica quería colgar un cuadro en la pared, una pequeña reproducción de Walter Lazzaro, y yo no quería. La pared no era en realidad una pared, sino una de las cuatro columnas cuadradas que delimitan el perímetro de la sala. Es una columna estrecha, pero de anchura suficiente para colgar en ella un pequeño cuadro. En un principio yo había estado de acuerdo, fui por el martillo y hundí un clavo en el punto donde los dos consideramos que debía colgarse. El cuadro de Lazzaro nos gustaba mucho: una lancha de pescadores abandonada en la arena de la playa, donde no se veía otra cosa que la lancha y la extensión turquesa del mar. En eso, tocaron a la puerta. Mónica fue a abrir. Era una vecina del edificio y ella y Mónica empezaron a hablar acerca de un problema que había con las cuotas de mantenimiento. Yo me acordé de un programa que no quería perderme, encendí la tele y me senté a verlo. Mónica tuvo que bajar con la vecina para hablar con el encargado de cobrar las cuotas, y el cuadro de Lazzaro quedó momentáneamente olvidado sobre una de las sillas del comedor. Desde mi lugar tenía la columna enfrente de mí, justo atrás de la tele, y me fijé en el clavo. Me llamó la atención porque estaba justo donde tenía que estar, en medio de la columna. Sin recurrir a la cinta de medir, a puro golpe de ojo, habíamos dado con su centro, no solamente en relación con lo ancho, sino también con la altura. Bueno, esto no es del todo exacto. El clavo se encontraba en la parte superior de la columna, en esa franja más próxima al techo en donde se suelen colgar los cuadros. Sin embargo, en relación con toda la columna, era como si fuera su verdadero centro...